Spanish Essay! Cien Años de Soledad
Shany Cárdenas
Aleida Rivera Gorgol
Español I
Enero 9, 2015
Realismo Mágico
“En cualquier lugar que estuvieran, recordaran siempre que el pasado era mentira, que la memoria no tenía caminos de regreso, que toda primavera antigua era irrecuperable, y que el amor más desatinado y tenaz era de todos modos una verdad efímera.” Cien años de soledad, escrita por Gabriel García Márquez, se trata de la combinación de perspectivas de diferentes generaciones de la familia Buendía quienes repetían los mismos desafíos y alcanzes de generaciones anteriores. El autor representaba estas mismas vueltas de la vida con un límite de nombres escogidos para los Buendías, empezando con el fundador del pueblo en Macondo, José Arcadio Buendía. El autor comprueba la consistencia de la naturaleza humana con una mezcla del pasado, presente, y futuro para comprobar las seis partes de la naturaleza humana; ser científico, epicúreo, legislativo, juguetón, chismoso, y amoroso.
Al principio del libro, García Márquez usó el personaje José Arcadio Buendía como el mayor representante de ser científico en la familia Buendía. José Arcadio Buendía se encerraba de su familia para poder enfocarse en las nuevas invenciones que traían Melquíades y los gitanos a Macondo. “Entregado por entero a sus experimentos tácticos con la abnegación de un científico y aun a riesgo a su propia vida” (Márquez, 11). Continuando el libro, Gabriel García Márquez desarrolla estas mismas características en generaciones siguientes. Su bisnieto, José Arcadio, también se encierra después de haber sobrevivido el masacré y “se dedicó entonces a repasar muchas veces los pergaminos de Melquíades” (Márquez, 374). Y al final, Aureliano II, de la sexta generación, se encierra para solucionar los pergaminos de Melquíades y es él quien lo descripta. Melquíades era un guía para la ciencia en las generaciones de la familia Buendía. Desde su muerte, guió a José Arcadio Buendía, José Arcadio, y a Aureliano II.
En opuesto de ser científico, Petra Cotes es introducida en la generación de Aureliano Segundo representando el sentido de ser epicúreo. “Era una mulata limpia y joven…tenía un corazón generoso y una magnífica vocación para el amor” (Márquez, 229). Ella era feliz vendiendo los boletos y estaba en paz. Una mujer sencilla que no se atormentaba. “Petra Cotes, consciente de su fuerza, no dio muestras de preocupación” (Márquez, 246). Ella sabía que Aureliano Segundo regresaría con ella, dejando Fernanda del Carpio. Fernanda era lo opuesto de la sencilla Petra Cotes. Ella se crió pensando en ser reina, y quería poner todas las reglas. “Aureliano Segundo se sentó en el corredor, y hasta allá lo persiguió Fernanda, provocándolo, atormentándolo, girando en torno de él con su implacable zumbido de moscardón” (Márquez, 388). Aureliano Segundo estaba en medio de una mujer que era epicúrea y con una quejona.
En contrario de la calma de Petra Cotes, Don Apolinar Moscote llega brevemente a la historia con su carácter natural de poner órdenes hasta querer influir a los demás. “Su primera disposición fue ordenar que todas las casas se pintaran de azul para celebrar el aniversario de la independencia nacional” (Márquez, 74). Es un instinto querer poner orden y el autor representa este sentido de la naturaleza en don Apolinar Moscote que tiene la inteligencia para poner órdenes en el pueblo, pero las personas en Macondo, especialmente José Arcadio Buendía no las quiere. “En este pueblo no mandamos con papeles… Y para que lo sepa de una vez, no necesitamos ningún corregidor porque aquí no hay nada que corregir” (Márquez, 75). Don Apolinar Moscote después estaba “preocupado por la situación política del país” (Márquez, 121). Don Apolinar Moscoto es el único que muestra la necesidad de tener un gobierno en Macondo. Y él influye a que el coronel Aureliano Buendía también se enfoque en los gobiernos causándolo que provocara guerras hasta que Aureliano Buendía se dio cuenta de que “Yo, por mi parte, apenas ahora me doy cuenta que estoy peleando por orgullo” (Márquez, 167). Pero, de todos modos, tuvo ese sentido una vez.
Hija de Don Apolinar Moscote, Remedios representa ser juguetón. Todavía, sin llegar a la pubertad, siguió jugando con sus muñecas. Hasta después de casarse, llegó Remedios a la casa de los Buendías “que decoro con las muñecas y juguetes de su infancia reciente” (Márquez, 110). Después de su muerte, el autor sigue con Amaranta Úrsula y el pequeño Aureliano que usaban a Úrsula como un juguete. “La tuvieron por una gran muñeca decrépita que llevaban y traían por los rincones, disfrazada con trapos de colores y la cara pintada con hollín y achiote” (Márquez, 390). Los niños no tienen responsabilidades entonces se ponían a jugar. Pero siendo juguetón es algo que nos persigue más allá de los años de la infancia. El coronel Aureliano Buendía y Don Apolinar Moscote también les gustaba jugar. “Esa noche, mientras jugaba dominó con Aureliano, le ordenó al sargento la etiqueta para contar los votos” (Márquez, 122). Ser juguetón es una naturaleza humana que no tiene edad.
Aunque la familia Buendía interactuó con la familia Moscote, el autor representó la familia Buendía como una familia solitaria. Ellos no tenían tanta interacción con el pueblo. Pero ser chismoso es una grande parte de la naturaleza humana. Sin querer interferir con la solitud de la historia, asignó Francisco el Hombre como un representante de ser chismoso. “Francisco el Hombre relataba con detalles minuciosos las noticias ocurridas en los pueblos de su itinerario, desde Manaure hasta los confines de la ciénaga, de modo que si alguien tenía un recado que mandar o un acontecimiento que divulgar, le pagaba dos centavos para que incluyera en su repertorio” (Marquez, 68). El autor brevemente introdujo Francisco el Hombre que representaba los chismes del pueblo. Él era el que sabía todo de todos y cargaba con él la información cantándola por todo los rumbos. Y aunque hizo un breve contacto con la familia Buendía, de modo de que Úrsula se enteró de la muerte de su madre, el autor aseguró de que ser chismoso tuviere a lo menos un impacto a la historia.
Concluyendo los sentidos, unos de los grandes sentidos de la naturaleza humana es amar. Desde el amor más inocente, Aureliano Segundo con Petra Cotes, hasta el amor entre familia, Rebeca con José Arcadio y Amaranta Úrsula con Aureliano II, el amor jamás se escapó entre las generaciones. “Lo iba queriendo más a medida que sentía aumentar su cariño, y fue así como en el plenitud del otoño volvió a creer en la superstición juvenil de que la pobreza era un servidumbre del amor” (Márquez, 404). Petra Cotes, otra vez consiguió dar la representación de ser limpia. Pero ay veces el amor no se puede controlar de la manera como Rebeca con José Arcadio y Amaranta Úrsula con Aureliano II se enamoraron siendo de parte de la misma sangre. También usan el amor solamente como una excusa para reponerse de la depresión. “Pilar Ternera… no le hizo ninguna pregunta. Lo llevó a la cama” (Márquez, 87). García Márquez logró representar el amor en tantas diferentes formas durante todo el tiempo de la historia de Macondo.
En conclusión, Cien años de soledad, es un libro que se centra profundamente en la naturaleza humana. Ser científico, epicúreo, legislativo, juguetón, chismoso, y amoroso continuamente es representado por diferentes generaciones de los Buendías. Esta mezcla de sentidos es caótico y el autor representa ese caos con los brincos de tiempo y transiciones entre los personajes del libro en el periodo. Representando las seis partes de la naturaleza humana, García Márquez logra mostrar diferentes perspectivas en circulado en una familia. “La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda, y cómo la recuerda para contarla” (Gabriel García Márquez).
Bibliografía
Márquez, Gabriel García. Cien Años De Soledad. N.p.: Mondadori, 1987. Print.
"Six Things We All Do." Human Nature. N.p., n.d. Web. 12 Dec. 2014. <http://www.newscientist.com/special/human-nature>.
Aleida Rivera Gorgol
Español I
Enero 9, 2015
Realismo Mágico
“En cualquier lugar que estuvieran, recordaran siempre que el pasado era mentira, que la memoria no tenía caminos de regreso, que toda primavera antigua era irrecuperable, y que el amor más desatinado y tenaz era de todos modos una verdad efímera.” Cien años de soledad, escrita por Gabriel García Márquez, se trata de la combinación de perspectivas de diferentes generaciones de la familia Buendía quienes repetían los mismos desafíos y alcanzes de generaciones anteriores. El autor representaba estas mismas vueltas de la vida con un límite de nombres escogidos para los Buendías, empezando con el fundador del pueblo en Macondo, José Arcadio Buendía. El autor comprueba la consistencia de la naturaleza humana con una mezcla del pasado, presente, y futuro para comprobar las seis partes de la naturaleza humana; ser científico, epicúreo, legislativo, juguetón, chismoso, y amoroso.
Al principio del libro, García Márquez usó el personaje José Arcadio Buendía como el mayor representante de ser científico en la familia Buendía. José Arcadio Buendía se encerraba de su familia para poder enfocarse en las nuevas invenciones que traían Melquíades y los gitanos a Macondo. “Entregado por entero a sus experimentos tácticos con la abnegación de un científico y aun a riesgo a su propia vida” (Márquez, 11). Continuando el libro, Gabriel García Márquez desarrolla estas mismas características en generaciones siguientes. Su bisnieto, José Arcadio, también se encierra después de haber sobrevivido el masacré y “se dedicó entonces a repasar muchas veces los pergaminos de Melquíades” (Márquez, 374). Y al final, Aureliano II, de la sexta generación, se encierra para solucionar los pergaminos de Melquíades y es él quien lo descripta. Melquíades era un guía para la ciencia en las generaciones de la familia Buendía. Desde su muerte, guió a José Arcadio Buendía, José Arcadio, y a Aureliano II.
En opuesto de ser científico, Petra Cotes es introducida en la generación de Aureliano Segundo representando el sentido de ser epicúreo. “Era una mulata limpia y joven…tenía un corazón generoso y una magnífica vocación para el amor” (Márquez, 229). Ella era feliz vendiendo los boletos y estaba en paz. Una mujer sencilla que no se atormentaba. “Petra Cotes, consciente de su fuerza, no dio muestras de preocupación” (Márquez, 246). Ella sabía que Aureliano Segundo regresaría con ella, dejando Fernanda del Carpio. Fernanda era lo opuesto de la sencilla Petra Cotes. Ella se crió pensando en ser reina, y quería poner todas las reglas. “Aureliano Segundo se sentó en el corredor, y hasta allá lo persiguió Fernanda, provocándolo, atormentándolo, girando en torno de él con su implacable zumbido de moscardón” (Márquez, 388). Aureliano Segundo estaba en medio de una mujer que era epicúrea y con una quejona.
En contrario de la calma de Petra Cotes, Don Apolinar Moscote llega brevemente a la historia con su carácter natural de poner órdenes hasta querer influir a los demás. “Su primera disposición fue ordenar que todas las casas se pintaran de azul para celebrar el aniversario de la independencia nacional” (Márquez, 74). Es un instinto querer poner orden y el autor representa este sentido de la naturaleza en don Apolinar Moscote que tiene la inteligencia para poner órdenes en el pueblo, pero las personas en Macondo, especialmente José Arcadio Buendía no las quiere. “En este pueblo no mandamos con papeles… Y para que lo sepa de una vez, no necesitamos ningún corregidor porque aquí no hay nada que corregir” (Márquez, 75). Don Apolinar Moscote después estaba “preocupado por la situación política del país” (Márquez, 121). Don Apolinar Moscoto es el único que muestra la necesidad de tener un gobierno en Macondo. Y él influye a que el coronel Aureliano Buendía también se enfoque en los gobiernos causándolo que provocara guerras hasta que Aureliano Buendía se dio cuenta de que “Yo, por mi parte, apenas ahora me doy cuenta que estoy peleando por orgullo” (Márquez, 167). Pero, de todos modos, tuvo ese sentido una vez.
Hija de Don Apolinar Moscote, Remedios representa ser juguetón. Todavía, sin llegar a la pubertad, siguió jugando con sus muñecas. Hasta después de casarse, llegó Remedios a la casa de los Buendías “que decoro con las muñecas y juguetes de su infancia reciente” (Márquez, 110). Después de su muerte, el autor sigue con Amaranta Úrsula y el pequeño Aureliano que usaban a Úrsula como un juguete. “La tuvieron por una gran muñeca decrépita que llevaban y traían por los rincones, disfrazada con trapos de colores y la cara pintada con hollín y achiote” (Márquez, 390). Los niños no tienen responsabilidades entonces se ponían a jugar. Pero siendo juguetón es algo que nos persigue más allá de los años de la infancia. El coronel Aureliano Buendía y Don Apolinar Moscote también les gustaba jugar. “Esa noche, mientras jugaba dominó con Aureliano, le ordenó al sargento la etiqueta para contar los votos” (Márquez, 122). Ser juguetón es una naturaleza humana que no tiene edad.
Aunque la familia Buendía interactuó con la familia Moscote, el autor representó la familia Buendía como una familia solitaria. Ellos no tenían tanta interacción con el pueblo. Pero ser chismoso es una grande parte de la naturaleza humana. Sin querer interferir con la solitud de la historia, asignó Francisco el Hombre como un representante de ser chismoso. “Francisco el Hombre relataba con detalles minuciosos las noticias ocurridas en los pueblos de su itinerario, desde Manaure hasta los confines de la ciénaga, de modo que si alguien tenía un recado que mandar o un acontecimiento que divulgar, le pagaba dos centavos para que incluyera en su repertorio” (Marquez, 68). El autor brevemente introdujo Francisco el Hombre que representaba los chismes del pueblo. Él era el que sabía todo de todos y cargaba con él la información cantándola por todo los rumbos. Y aunque hizo un breve contacto con la familia Buendía, de modo de que Úrsula se enteró de la muerte de su madre, el autor aseguró de que ser chismoso tuviere a lo menos un impacto a la historia.
Concluyendo los sentidos, unos de los grandes sentidos de la naturaleza humana es amar. Desde el amor más inocente, Aureliano Segundo con Petra Cotes, hasta el amor entre familia, Rebeca con José Arcadio y Amaranta Úrsula con Aureliano II, el amor jamás se escapó entre las generaciones. “Lo iba queriendo más a medida que sentía aumentar su cariño, y fue así como en el plenitud del otoño volvió a creer en la superstición juvenil de que la pobreza era un servidumbre del amor” (Márquez, 404). Petra Cotes, otra vez consiguió dar la representación de ser limpia. Pero ay veces el amor no se puede controlar de la manera como Rebeca con José Arcadio y Amaranta Úrsula con Aureliano II se enamoraron siendo de parte de la misma sangre. También usan el amor solamente como una excusa para reponerse de la depresión. “Pilar Ternera… no le hizo ninguna pregunta. Lo llevó a la cama” (Márquez, 87). García Márquez logró representar el amor en tantas diferentes formas durante todo el tiempo de la historia de Macondo.
En conclusión, Cien años de soledad, es un libro que se centra profundamente en la naturaleza humana. Ser científico, epicúreo, legislativo, juguetón, chismoso, y amoroso continuamente es representado por diferentes generaciones de los Buendías. Esta mezcla de sentidos es caótico y el autor representa ese caos con los brincos de tiempo y transiciones entre los personajes del libro en el periodo. Representando las seis partes de la naturaleza humana, García Márquez logra mostrar diferentes perspectivas en circulado en una familia. “La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda, y cómo la recuerda para contarla” (Gabriel García Márquez).
Bibliografía
Márquez, Gabriel García. Cien Años De Soledad. N.p.: Mondadori, 1987. Print.
"Six Things We All Do." Human Nature. N.p., n.d. Web. 12 Dec. 2014. <http://www.newscientist.com/special/human-nature>.